Blog en el que nos hemos puesto como meta la difusión de los hechos importantes que hacen a la historia de nuestro querido Tucuman
jueves, 14 de febrero de 2013
Fallecimiento del Capitan Caceres
EN LOS ALBORES DEL OPERATIVO INDEPENDENCIA MUERE EL PRIMER OFICIAL
Se trata del Teniente Primero Héctor Cáceres cuando fue emboscada la patrulla que comandaba.
Fue ascendido a Capitán post mortem. La acción tuvo lugar en Pueblo Viejo. Hoy un pueblo lleva su nombre
A última hora del 14 de febrero, dos UH-1H (uno artillado y uno de rescate) fueron despachados hasta el Río Pueblo Viejo para brindar apoyo a elementos de la FT "Chañi", que habían trabado combate con elementos subversivos durante un patrullaje ofensivo en su área de operaciones. A pesar de ser recibidos por nutrido fuego enemigo (algunos relatos hablan del empleo de cohetes tierra-aire), los aparatos atacaron posiciones guerrilleras con ametralladoras y cohetes y concretaron la evacuación de tres militares heridos y uno fallecido.
El combate del Río Pueblo Viejo, tal como se conoce a este encuentro, concluyó con seis bajas para el ERP y una para el Ejército (el Tte. 1o. Héctor Cáceres); amén de dos oficiales (un teniente y un subteniente) y un cabo primero heridos.
Testimonio sobre su muerte:
Avanzábamos por un sendero angosto, en columna de a uno, bordeando el río. Los árboles no eran muy altos. No se veía más allá de cinco metros (…)
Después de recorrer un trecho muy corto, vi delante de mí, a unos diez metros, a un subversivo. Estaba parado en medio del camino. Llevaba uniforme, kepis y un arma en la mano (…)
Hubo un instante en que nos quedamos mirándonos. Su sorpresa debió ser exactamente igual a la mía. Yo llevaba el fusil con ambas manos, y pude tirar primero. El tipo se escapó, y allí cometí el gran error. En vez de quedarme donde estaba, me lancé a perseguirlo. Me dejé llevar por el impulso y por la inexperiencia. Tenía veintiséis años.
Empecé a correr tras él tirando, y supongo que debo haber pasado junto a un hombre de “seguridad” de ellos. Sentí un golpe en la espalda y caí de bruces. Alguien, que debía ser el mismo que me disparó, pasó corriendo a mi lado.
El suboficial (Cabo 1º Orellana) también cayó herido. Le tiraron por la espalda, como a mí. Uno de ellos saltó para rematarlo, pero en el momento de disparar se le trabó el arma y se apartó unos pasos para ponerla en funcionamiento. El Cabo 1º tomó el fusil con una sola mano, porque el otro hombro lo tenía inutilizado, y apuntó hacia donde estaba agachado el enemigo. Cuando vio que se levantaba, disparó. Le pegó el balazo justo en la frente (…)
Se produjo un pequeño silencio y después volvió a arreciar el tiroteo (…)
Quedé casi boca abajo, medio de costado, sin poder moverme. El fusil había caído a unos tres metros.
En ese momento, grité: ¡Cáceres, estoy herido!
Y… ¡mi Teniente Primero….! Nunca me lo hubiera imaginado. Cáceres saltó y se tiró cuerpo a tierra a mi lado. Me dí cuenta de que estaba arriesgando demasiado y le dije: Mi teniente primero, ¿qué hace? Me respondió tranquilamente: Quedate tranquilo, que ya te saco.
Oí varios disparos y cerré los ojos.
Le encajaron un balazo. Escuché un pequeño quejido y se quedó inmóvil. Había muerto.
Se produjo una pequeña pausa. Sólo entonces tomé plena conciencia de que estaba muy mal. Sentí de todo: miedo, angustia, bronca. Tenía un fuerte dolor en la espalda y no podía mover las piernas.
Cuando fui destinado a Tucumán tenía muy presente las imágenes de mis camaradas asesinados. Me acordaba de Paiva, un buen oficial instructor, al que mataron por la espalda cuando esperaba el colectivo (microbús).
Después de que me hirieron, sí noté que odiaba. Después me dí cuenta de que ese sentimiento me estaba destruyendo, haciéndome daño. El odio destruye primero a quien lo siente. No sé cómo, no recuerdo haber hecho un gran esfuerzo, pero me lo quité de encima.
No odio al tipo que me tiró. Tenía la obligación de hacerlo. No por su ideología política, sino porque si no, lo bajaba yo a él. Tal vez mi sentimiento sea distinto hacia el subversivo urbano que ponía bombas y cometía atrocidades. En Tucumán la cosa era más clara: o ellos o nosotros, cosa de hombres.
Teniente Coronel (r) Rodolfo Ritcher desde aquel disparo en la espalda, permanece en silla de ruedas.
Columna del ERP vadeando el Rio Pueblo Viejo
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