domingo, 3 de febrero de 2013

BATALLA DE CASEROS



Un 3 de febrero de 1852 se libraba la Batalla de Caseros entre la fuerzas de la Confederacion Argentina y el Ejercito de Observacion al mando del tres veces traidor Justo Jose de Urquiza ;Traidor a Rosas, jefe del Federalismo y de la Confederación, al "pronunciarse" en su contra. Traidor al Federalismo, diez años después, cuando se rindió sin luchar ante el porteño Mitre con la idea de crear la Republica de la Mesopotamia, idea que dio por tierra cuan se enteraron los ingleses que no estaban de acuerdo. Pero por sobre todo, más allá de jefes y partidos, Traidor a la Patria, al formar una vergonzosa alianza con el Imperio del Brasil (y los uruguayos opositores a la dupla Rosas-Oribe) con el único objetivo de "terminar con la tiranía" y el obstáculo que representaba Rosas para la Organización Nacional y la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Sí, así como suena, invitó a casa al imperio para que nos "libre" del déspota , ese ejercito formado por correntinos y entrerrianos cuyo destino principal era la guerra contra el imperio brasileño y que se dio vuelta contra su propia patria, ejercito reforzados por Brasil y Uruguay y financiado por Inglaterra (que queria implementar el librecomercio en el Parana) y Brasil (que queria acabar con Rosas). El ejercito paso a denominarse como Ejercito Grande. Ejercito en el que formaban Bartolome Mitre (el asesino del pueblo paraguayo) y Domingo Sarmiento (que desde chile fomentaba invasiones y otras barbaridades contra su propio pais)
Las fuerzas porteñas (rosistas) contaban con 10.000 infantes, 12.000 hombres de caballería y 60 cañones.22 Acompañan a Rosas sus fieles jefes Jerónimo Costa, quien defendiera la isla Martín García de los franceses en 1838; Martiniano Chilavert, ex-unitario que se pasó al bando rosista para no unirse a extranjeros; e Hilario Lagos, veterano de la campaña de Rosas al Desierto.
[editar]Deserciones
Debido a las numerosas deserciones - entre las que se destaca la del general Ángel Pacheco - y a la baja moral de las tropas, algunos historiadores y analistas militares intentan justificar a Rosas argumentando que la batalla ya estaba perdida de antemano. Sin embargo, su oponente también sufrió varias deserciones, entre ellas la del Regimiento Aquino, formado por soldados leales a Rosas, que se sublevaron asesinando a su comandante Pedro León Aquino y a todos los oficiales, y se pasaron al bando rosista
Urquiza contaba con al menos 24.000 hombres, entre ellos 3.500 brasileños y 1.500 uruguayos. Entre sus jefes se encontraban notorios personajes de la política argentina, como los futuros presidentes Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, el grueso de sus tropas estaba formado por gauchos indisciplinados. Sólo los brasileños eran soldados profesionales.
La batalla
Al amanecer Urquiza hizo leer a sus tropas una proclama
¡Soldados! ¡Hoy hace cuarenta días que en el Diamante cruzamos las corrientes del río Paraná y ya estabais cerca de la ciudad de Buenos Aires y al frente de vuestros enemigos, donde combatiréis por la libertad y por la gloria!.
¡Soldados! ¡Si el tirano y sus esclavos os esperan, enseñad al mundo que sois invencibles y si la victoria por un momento es ingrata con alguno de vosotros, buscad a vuestro general en el campo de batalla, porque en el campo de batalla es el punto de reunión de los soldados del ejército aliado, donde debemos todos vencer o morir!.
Este es el deber que os impone en nombre de la Patria vuestro general y amigo.
Justo José de Urquiza.
La batalla duró 6 horas y se desarrolló en la estancia de la familia Caseros, situada en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, actualmente el campo de batalla se encuentra en los terrenos del Colegio Militar de la Nación.
Lo llamativo de este enfrentamiento es que habiendo chocado casi 50.000 hombres25 desde las 9:00 hasta cerca de las 15:00 en un radio de acción no demasiado amplio, las bajas fueron reducidas: apenas unos pocos cientos de hombres muertos en combate.21
Urquiza no dirigió la batalla: cada jefe hizo lo que quiso. Urquiza mismo, en un acto imprudente para un general en jefe, cargó al frente de su caballería entrerriana contra la izquierda de la línea enemiga.
Entretanto, la infantería brasileña, apoyada por una brigada uruguaya y un escuadrón de caballería argentino, tomó el Palomar, curiosa construcción circular destinada a la cría de palomas — que sigue en pie — situada cerca de la derecha rosista. Una vez que los dos flancos cedieron, sólo el centro continuó la batalla, reducida a un duelo de artillería y fusilería. La última resistencia fue dirigida por dos unitarios: la infantería de Díaz y la artillería de Chilavert. Como se le terminaron las balas, éste mandó recoger los proyectiles del enemigo que estaban desparramados alrededor suyo y disparó con éstos. Y cuando no hubo nada más que disparar, finalmente la infantería brasileña pudo avanzar, marcando el fin de la batalla.
Muerte de Chilavert
Al finalizar la batalla, habiendo tenido ocasión de escapar, Chilavert permaneció sin embargo fumando tranquilamente al pie del cañón hasta que lo llevaron frente a Urquiza. Se produjo una fuerte discusión entre Urquiza y Chilavert, en la cual el primero le recriminó su defección de la causa antirrosista. Chilavert le replicó que el único traidor era él que se había aliado a los brasileños para atacar a su patria. Iracundo, Urquiza ordenó su fusilamiento por la espalda (castigo reservado habitualmente a los traidores), pero cuando lo llevaron sitio de fusilamiento, Chilavert, tras derribar a quienes lo arrastraban, exigió ser fusilado de frente y a cara descubierta. Se defendió a golpes, pero fue ultimado a bayonetazos y golpes de culata. Todas las heridas fueron de frente, pero su cadáver permaneció insepulto varios días.
El 18 de Febrero entro Urquiza en Buenos Aires y se vieron por primera vez en la historia de nuestro país el pabellón brasilero desfilar triunfante por nuestra capital, a modo de desquite de la Batalla de Ituzaingo, mas aun el traidor dio ordenes que los trofeos obtenidos en dicha batalla sean entregados a los brasileros, pero la propia vergüenza del emperador brasilero no lo consintió, pensando en la revuelta que podia generar dicho gesto
El arrepentimiento llegaria tarde
“Toda mi vida me atormentará constantemente el recuerdo del inaudito crimen que cometí al cooperar, en el modo en que lo hice, a la caída del General Rosas. Temo siempre ser medido con la misma vara y muerto con el mismo cuchillo, por los mismos que por mis esfuerzos y gravísimos errores, he colocado en el poder.” (Fragmento de carta de Urquiza a un tucumano de 18 años después de Caseros, de fecha 3 de marzo de 1870 y publicada a fs, 326. tomo3 de la Historia de los Gob. De las Provincias Argentinas de A. Zinny, ed. 192º - cita de Raúl Rivanera Carlés, Rosas Pág. 13

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